16.03.25

Hace unos meses publicamos un experimento, una novela con temática de danza creada por una IA estadounidense. Puedes verla aquí

Ahora hemos hecho el mismo experimento utilizando la nueva IA china. Al igual que hicimos anteriormente, a lo largo de unas semanas te iremos presentando el resultado.

Estás frente a un experimento literario que hemos llevado a cabo. La premisa era sencilla, pero intrigante: solicitamos a una inteligencia artificial que escribiera una novela corta basada en el tema "la danza desde una visión de novela negra". El resultado ha sido una obra de siete capítulos que explora un misterio envuelto en el mundo del arte y la danza.

Cada capítulo revela fragmentos del enigma, jugando con la psicología de los personajes y sumergiendo al lector en un entramado donde la pasión, el talento y la tragedia se entrelazan.

Comparte con nosotros tus impresiones.

Puedes ver la primera parte en: https://www.eter.com/actualidad/noticia.php?id=21839

Puedes ver la segunda parte en: https://www.eter.com/actualidad/noticia.php?id=21847

Puedes ver la tercera parte en: https://www.eter.com/actualidad/noticia.php?id=21854


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Capítulo 3: Las pistas iniciales

El Gran Teatro de la Ópera de París, que horas antes había sido un lugar de celebración y arte, ahora estaba envuelto en un silencio sepulcral. Las luces de los reflectores se apagaron, y los pasillos, que antes resonaban con risas y aplausos, ahora estaban llenos de murmullos y miradas de incredulidad. El detective Alain Dubois caminaba con paso firme entre bastidores, observando cada detalle con ojos entrenados para encontrar lo que otros pasaban por alto.

El camerino de Isabella Moreau había sido sellado como escena del crimen. Los técnicos forenses trabajaban meticulosamente, recogiendo muestras de sangre, huellas dactilares y cualquier otra evidencia que pudiera arrojar luz sobre lo sucedido. Dubois se detuvo frente al espejo, donde la palabra "Justicia" escrita con lápiz labial parecía burlarse de él. ¿Justicia? ¿Qué significaba eso? ¿Quién creía que estaba haciendo justicia al asesinar a una de las bailarinas más talentosas de su generación?

—¿Alguna novedad? —preguntó Dubois a la oficial forense, Claire Martin, quien estaba examinando el cuerpo de Isabella.
—Causa de la muerte: una herida profunda en el cuello, probablemente infligida con un objeto afilado y delgado, como un estilete o un cuchillo pequeño. No hay signos de lucha, lo que sugiere que la víctima no se defendió —explicó Claire, sin levantar la vista de su trabajo.
—¿Y el mensaje en el espejo?
—Escrito con lápiz labial de la víctima. No hay huellas dactilares, lo que indica que el asesino usó guantes o fue extremadamente cuidadoso.

Dubois asintió, procesando la información. Sabía que el camerino de Isabella era un lugar íntimo, al que solo unas pocas personas tenían acceso. Comenzó a hacer una lista de posibles sospechosos: su compañero de baile, Julien Moreau; la rival envidiosa, Claire Dubois; el director del teatro, Monsieur Laurent; y Sophie, la asistente personal de Isabella. Cada uno de ellos tenía motivos y oportunidades, pero ¿quién tenía el coraje de cometer un crimen tan atroz?

La primera pista concreta llegó cuando revisaron las cámaras de seguridad del teatro. Aunque no había cámaras dentro de los camerinos, las imágenes del pasillo mostraban a una persona entrar al camerino de Isabella minutos antes de que se escuchara el grito. La figura, envuelta en una capa oscura, era difícil de identificar, pero algo en su forma de caminar llamó la atención de Dubois. Parecía familiar, como si la hubiera visto antes.

—¿Puedes ampliar esa imagen? —preguntó Dubois al técnico de seguridad.
—Lo intentaré, pero la calidad no es muy buena —respondió el técnico, ajustando los controles.
—Mira, ahí —señaló Dubois—. Esa cadencia al caminar... ¿no te parece que es alguien acostumbrado a moverse con gracia?

El técnico asintió, y Dubois sintió que una pieza del rompecabezas comenzaba a encajar. El asesino no era un intruso; era alguien que pertenecía al mundo del ballet, alguien que conocía los movimientos de Isabella y que podía acercarse a ella sin levantar sospechas.

Mientras tanto, en otra parte del teatro, Julien Moreau estaba siendo interrogado por uno de los oficiales. El joven bailarín parecía destrozado, con los ojos enrojecidos y las manos temblorosas.
—Isabella y yo éramos amigos —dijo, con la voz quebrada—. No entiendo por qué alguien querría hacerle daño.
—¿Hubo alguien que tuviera problemas con ella? —preguntó el oficial.
Julien dudó por un momento antes de responder.
—Claire Dubois... siempre estuvo celosa de Isabella. Y Monsieur Laurent... tenía una relación complicada con ella. Pero no creo que ninguno de ellos sea capaz de algo así.

Dubois escuchó la conversación desde la puerta, tomando mentalmente nota de cada detalle. Sabía que, en un mundo tan competitivo como el del ballet, las emociones podían alcanzar niveles peligrosos. Pero necesitaba más que sospechas; necesitaba pruebas.

La noche avanzaba, y el teatro se vaciaba lentamente. Dubois se quedó solo en el pasillo, contemplando el camerino de Isabella. Sabía que este caso no sería fácil, pero estaba decidido a descubrir la verdad. Alguien había matado a una estrella, y él no descansaría hasta que esa persona enfrentara la justicia.


---------Próxima entrega---------------------------------

Capítulo 4: Los sospechosos






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