25.10.24
Fechas espectáculo: 06.11.24 - 30.11.24 El deseo, la muerte, la locura, el sexo: manifestaciones humanas que el Festival de Otoño encauza a través de la danza contemporánea en la parte de su programación que exhibe producciones españolas. Cinco de los diez espectáculos nacionales que presenta en su 42ª edición están dedicados a la danza, con algunos de los principales nombres del género como Carmen Werner, La Veronal y Teresa Garzón Barla.
El programa español del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid que se celebra del 6 al 30 de noviembre en Madrid capital y ocho municipios de la región, ofrece cuatro estrenos absolutos, tres de danza y el único espectáculo teatral, Violencia, debut en la dirección escénica de Diego Garrido. Otro espectáculo musical con sello español inaugurará el festival el 6 de noviembre: Cántico Espiritual, una de las obras emblemáticas del cantautor leonés Amancio Prada.
Los estrenos
Con más de siete décadas de vida, Carmen Werner, una de las imprescindibles coreógrafas españolas, no parece aflojar el ritmo de creación ni de pasión por la danza. Su nuevo trabajo, Cuando quieras (Sala Cuarta Pared,15 y 16 de noviembre), lo presenta en exclusiva en el Festival de Otoño. Y en él aborda la locura y su borrosa definición, ya que la línea que separa locura de cordura es tenue. “¿Quién es el loco y el cuerdo; quién decide esto… la sociedad?”, se pregunta Werner. Para ella, los “locos de verdad” son los que “ni se preocupan por esos límites” que marca la sociedad. A Werner la acompañan en escena Raquel Jara, Cristian López, Sebastián Calvo y Alejandro Morata, componentes de Provisional Danza, la compañía que fundó la coreógrafa en 1987.
La Tercera (Sala Mirador, 8 y 9 de noviembre) es la culminación de un proyecto de la coreógrafa granadina Teresa Garzón Barla, creado gracias a una residencia de investigación en el Centro Coreográfico Canal de la Comunidad de Madrid. El origen de La Tercera es técnico. Alude a la tercera de Picardía, un recurso armónico usado desde el Renacimiento que consiste en pasar un tema que estaba en modo menor a modo mayor y viceversa, utilizando otro recurso armónico que es el obstinado, una secuencia que se repite de forma obsesiva y con la cual se produce la transición musical. Garzón Barla hace una traslación de esta idea a unos personajes que crean y reflexionan sobre la danza a la vez que lo hacen de un modo más soterrado sobre el amor, el deseo y la sexualidad.
Entre 2021 y 2024, la coreógrafa e intérprete Andrea El Ameri ha ido perfilando DOMA (Teatro Pradillo, 21 y 22 de noviembre), su irrupción en la escena española y un análisis del trauma, del sufrimiento que una sociedad heteropatriarcal provoca en las mujeres. De raíces onubenses y marroquíes, con formación internacional en danzas urbanas y contemporáneas, El Ameri baila en escena una danza extraña, grotesca, ayudada por objetos simbólicos como un cubo de basura, una escoba, un cogedor, bolsas, tacones y manzanas. En sus propias palabras, “partiendo desde lo autobiográfico, a través de habitar la relación entre lo grotesco y lo sexualizado, cuestiono y reto los poderes ejercidos sobre mi cuerpo”. Su decisión de resaltar lo sexual y lo grotesco en DOMA apunta a una forma de rebeldía y resistencia social ante el papel estereotipado de la mujer occidental.
El cuarto de los estrenos absolutos del Festival de Otoño descansa en la palabra. En Violencia Teatros del Canal, del 12 al 15 de noviembre), Diego Garrido, formado en cine en Estados Unidos, adapta la película Mass (2019), del norteamericano Fran Kranz. La obra reúne a los padres de un hijo muerto en un tiroteo en un instituto seis años atrás con los padres del autor de los disparos, un joven que se suicidó tras el suceso. Los cuatro afrontan el tramo final del duelo por la muerte de sus hijos. Crítica contra un sistema que está destrozando a los más jóvenes y su salud mental a través de discursos de odio en las redes y el fácil acceso a las armas, Violencia se expresa en esa conversación a cuatro, donde los padres sacan de sí mismos la culpa, la rabia, el dolor, el shock y el perdón final.
También estreno, pero solo de un avance de una obra en marcha, Dirty (La Casa Encendida, 16 de noviembre) es la nueva propuesta de Juan Domínguez (Valladolid, 1964), que se define a sí mismo como “payaso conceptual, poeta-modelo, narrador desatado y curador del placer”. Pertenece a la generación de la danza española que debutó a finales de los años 80, junto a creadoras tan destacadas como Blanca Calvo, La Ribot, Olga Mesa y Ana Buitrago. En el Festival de Otoño mostrará “la primera de las 3 fases de exploración” de Dirty, la número 24 de sus performances realizadas este siglo. Según el artista vallisoletano, “este proyecto trabaja la idea de cambio de paradigma, tocar con el lenguaje, escuchar con el tacto”.
Tras su premier en la Trienal de Milán, se exhibe en el Festival de Otoño TOTENTANZ - Morgen ist die Frage, producción de La Veronal, cuyo fundador, Marcos Morau retoma el tema de esa verdad incómoda que es la muerte. Y lo hace en un lugar no teatral, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (9 y 10 de noviembre), acudiendo a las formas rituales con que se exorcizaba la muerte durante la Edad Media. En los tres espacios que propone Totentanz: uno para la proyección de un vídeo, otro para una instalación y el tercero para una performance, el espectador asistirá a un viaje que pone en conflicto el eterno dilema que separa la vida de la muerte. “Nuestra Totentanz”, señala Morau, “no es más que una invitación a celebrar la fragilidad de la vida y meditar sobre su pérdida de valor”.
Estrenada en la Bienal de Sevilla de 2022, Yarin (Teatros del Canal,15 y 16 de noviembre) es un espectáculo en blanco y negro, por las tonalidades lumínicas que lo envuelven. En ese espacio, se citan la danza flamenca de Antonio Marín y la danza vasca de Jon Maya. Confrontados a universos, conceptos y estéticas situados a veces en la otra orilla artística, los dos coreógrafos se han dejado permear de movimientos y nociones que han derivado en hallazgos comunes. Ambos se han liberado de los corsés de la tradición de la que han partido, sin abandonarla, para zambullirse en la creación contemporánea con la creencia de que ambas formas pueden convivir.
El concierto que abrirá el Festival de Otoño es una celebración de la poesía española. El músico leonés Amancio Prada cantará con una formación de guitarra, violonchelo y violín su Cántico espiritual, una de sus creaciones más emblemáticas sobre el poema de San Juan de la Cruz, cima de la poesía mística y amorosa de la literatura española. Prada interpretará, además, canciones cuyas letras escribieron poetas como Bécquer, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado y Federico García Lorca. Y sus dos canciones más famosas y difundidas: Lelia Doura, del trovador gallego del siglo XIII Pero Eanes Solaz, y Libre te quiero, que escribió aquel profesor, poeta y ácrata inolvidable Agustín García Calvo.
A estos, se unen dos espectáculos en colaboración con la Red de Teatros de la Comunidad de Madrid: Pequeño cúmulo de abismos, de Cris Blanco, que llega al Centro Cultural Viñagrande de Alcorcón el 9 de noviembre y Melodías del Café Berlín, del grupo musical Mastretta, programado en el Centro de Arte y Turismo de Soto del Real el 23 de noviembre y en el Teatro Jaime Salom de Parla al día siguiente.
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