28.03.20

Corren malos tiempos para el mundo. Una pandemia nos asola y nos deja claro que somos mortales, indefensos e iguales ante la enfermedad. Nos ha pillado por sorpresa…, y de repente nuestras prioridades han pasado a ser las básicas del ser humano: vivir. Pero vivir aislado y confinado, en el mejor de los casos.

A tenor de la situación, el mundo de la danza ha sufrido una fuerte sacudida. De un día para otro se ha desmoronado nuestro mundo artístico, ya malogrado y herido de muerte desde hace mucho tiempo.

Como sería un tema extenso, ya que azota a artistas, compañías, teatros, etc., quiero centrarme en el futuro de las escuelas de danza, pero no solo de las escuelas, sino de los maestros y de los alumnos. Todas las partes implicadas han visto como su economía pende de un hilo, y los alumnos tanto profesionales, como avanzados, como aficionados han perdido su entrenamiento presencial.

La primera sacudida obligó a cerrar las escuelas, y los maestros y alumnos quedaron confinados en sus casas. Entonces, salió de las entrañas de cada uno de nosotros ese tremendo amor por la danza, esa desnudez del alma que tenemos todos los que amamos este arte, la pasión de crear, de bailar.

La mayoría de las escuelas quiso estar al lado de sus alumnos en momentos tan difíciles, e inundaron las redes sociales y las plataformas con clases online gratuitas. Entusiastas maestros pusieron alma, corazón y vida en una oleada de altruismo sin precedentes para que sus amados alumnos siguieran bailando. Los alumnos pudieron disfrutar de un amplio abanico de clases en múltiples escuelas y rincones del mundo, clases a las que la tecnología hizo posible asistir, incluso unió a personas que no se conocían.

El mes de marzo de 2020 dejará grabados cientos o miles de videos de danza por el mundo. ¡Todos a una!, glorioso momento para la danza.

Y al hilo de esta situación excepcional, quiero plantean varias preguntas:


¿Cómo vamos a afrontar esta crisis en el mes de abril de 2020: escuelas, maestros y alumnos?

A primero de mes las escuelas tendrán que pagar el alquiler de sus locales, los recibos, el IVA, el IBI, la cuota de autónomo, los contratos de mantenimiento del local, la revisión de los extintores, la limpieza de las instalaciones, etc., etc., etc.

A primero de mes los maestros tendrán que pagar el alquiler de sus casas, los recibos, la cuota de autónomo, la seguridad social, etc., etc., etc. Muchos de ellos tendrán planeando sobre sus cabezas la inseguridad de perder su trabajo, y de los ERTES que ya han avisado algunas escuelas ante la dramática situación.

A primero de mes los alumnos tendrán que pagar también todos los gastos derivados de su vida privada, y muchos de ellos serán carne de cañón de un ERTE, o habrán perdido su trabajo, o les habrán reducido el sueldo, por lo que tampoco andará la cosa muy sobrada económicamente.

Todas las estructuras se desmoronan como un castillo de naipes: las escuelas de danza, los maestros y los alumnos.

¿Y ahora qué? ¿Cómo enfrentamos el mes de abril de 2020?

Ahora es cuando hay que demostrar la solidaridad. Sí queridos, solidaridad de la de verdad, no solo aplausos y felicitaciones, solidaridad para remontar las escuelas de danza.

Vale que en el mes de marzo las escuelas y maestros hayan ofrecido clases online gratuitas. Tiene su justificación, ya que algunos alumnos habían pagado el mes completo y es una forma de corresponder, otros habían pagado clases sueltas, y otros ni siquiera asistían a esa escuela, pero han tomado las clases online. Todo un ejemplo de amor a la danza por parte de los implicados en esta aventura.

En mi opinión, el mes de abril ya no es el mes de la gratuidad, incluso tendría justificación por ser el mes de la danza, dónde nuestros corazones laten al unísono en torno a la misma pasión: bailar. Pero este mes de abril de 2020 es diferente, enfrenta serios problemas económicos a nivel mundial.

El mes de abril debería afrontarse con mucha dosis de solidaridad, y es tan solo mi opinión, no tienen que estar de acuerdo.

· Las escuelas deberían cobrar las clases online mientras dure el confinamiento. Ya hay escuelas que han lanzado ventajosas iniciativas a precios asequibles para realizar clases online, que además puede aprovechar toda la familia al otro lado de la pantalla.

· Los maestros deberían cobrar por las clases que imparten online, o por cualquier otro método. Estamos de acuerdo que es fundamental que los ojos del maestro te vean para corregir, y una clase online nunca puede sustituir a una presencial, en cuanto a la rigurosidad de un experto viéndote en directo, pero dadas las circunstancias, me parece que no deberían trabajar gratis por más tiempo.

· Los alumnos harán lo que puedan, como ya he dicho anteriormente, corren malos tiempos para todos, pero esta crisis pasará y tenemos que darnos cuenta de que el trabajo vale mucho, pero eso ya lo sabemos todos y creo que en este punto estaremos de acuerdo.


Solidaridad

No es obligatorio en la vida ser solidario, pero desde aquí quiero proponer que lo seamos, ahora, en esta crisis que asola las escuelas de danza.

Propongo crear una recaudación de fondos en cualquier plataforma de las que existen a este efecto “Salva tu escuela de danza”. Sería una donación de fondos para la escuela a la que asistes habitualmente. No hace falta arruinarse, se puede colaborar con 1€, 5 €, o la cantidad que cada uno pueda. Es una forma de decir “gracias por todo el esfuerzo que hacéis, escuelas y maestros, no dejéis de existir”.

Como reflexión te propongo un caso práctico. Cuando se hacen pedidos de maillot, zapatillas, etc. ¿te sueles apuntar? Pues en esta ocasión no te va a llegar un pedido de ropa, tú vas a llegar al corazón de tu escuela y de tus maestros, con tu aportación por humilde que sea.

Por supuesto planteo esta iniciativa para ayudar a la escuela, y para pagar a los maestros.

En definitiva, nadie tiene porque estar de acuerdo, tan solo pretendo ser el altavoz para que las escuelas de danza puedan continuar su labor, y proteger a nuestros maestros.

¡Que nuestras escuelas y maestros sepan que no están solos en esta lucha!

¡Ayuda a que sigan trabajando con el alma!









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