11.04.18

No figura el nombre de los bailarines en la información que se nos ha proporcionado ni en la web del teatro. Sí figuran muchos otros nombres pero no los de los bailarines. A mí esto me parece una falta de respeto a unos artistas de la danza que trabajan en este espectáculo.

Nota de prensa

Doce escenas. Doce palos: soleares, seguiriyas, tarantas, alegrías, tientos, tangos, guajiras… María Pagés narra el tiempo de la euforia, del amor, del deseo, de la exaltación de los sentidos y de la belleza. Pero también el tiempo de la melancolía, del miedo, de la violencia…

La música, punteada por un zapateado trepidante y voces profundas, actúa como un hilo dramático transversal. En ella conviven con naturalidad la tradición flamenca más genuina y sus influencias gitanas, árabes, judías, africanas, americanas y occidentales con la exploración de ritmos contemporáneos.

La nueva pieza de María Pagés combina armónicamente la determinación colectiva del baile con la singularidad de cada uno de los intérpretes.

Una oda al tiempo. Programa de mano.

El cuerpo traslada al espacio lo que la idea siempre ha querido hacer. Ahí radica la potencialidad de la danza. Y lo consigue a través del tiempo que, curiosamente, le da duración y también límites.

Pero hay otra dimensión fuera. Otra compartida por todos. María Pagés propone en Una oda al tiempo una coreografía flamenca sobre la contemporaneidad y sobre el continuo y necesario diálogo con la memoria. Plantea desde la tradición flamenca una reflexión sobre el presente en su dimensión ética y artística. Se pregunta sobre lo que está pasando en el mundo actual para que el arte se exprese como lo hace. Revisa la luz y las inquietantes sombras que marcan nuestro tiempo y su devenir. Habla de lo efímero, la eternidad y de la implacable irreversibilidad del tiempo sobre el cuerpo, el deseo, el arte y la vida.

Es una alegoría sobre el tiempo que nos ha tocado vivir, con sus maravillosas posibilidades de felicidad, sus extraordinarias utopías y también sus guerras, crisis, terrorismos, ataques a la igualdad. Para ello se ha inspirado en autores a los que se siente próxima: Platón, Margarite Yourcenar, Jorge Luis Borges….Quizás todos están unidos por una profunda investigación sobre la ontología de la obra de arte y la relación de la idea con la materia. Bailando desde la madurez y la experiencia y acompañada por un elenco de cuatro bailaoras, cuatro bailaores y siete músicos, María Pagés explora la tradición flamenca y cultura española; revisa los palos flamencos más genuinos nutriéndolos con la savia contemporánea de Goya y Picasso y su singular visión del tiempo y del arte.

Fue en 1990 cuando creó María Pagés Compañía y comenzó su etapa de creadora. Desde entonces ha puesto en marcha, entre otros, los siguientes espectáculos: Sol y sombra (1990), El perro andaluz Burlerías (1996), Flamenco Republic (2000), Canciones antes de una guerra (2004), Sevilla (2006), Dunas (2009) o Mirada (2010). Ha colaborado con figuras como Mikhail Baryshnikov, Sidi Larbi Cherkaoui, Tamara Rojo, Ángel Corella, Plácido Domingo, José Saramago y Óscar Niemeyer, entre otros. Desde 2011 se incorpora a su equipo El Arbi El Harti, junto al cual ha creado Utopía (2011), Casi divina, leve (2012), La alegría de los niños (2013), Siete golpes y un camino (2014), Yo, Carmen (2014), Óyeme con los ojos (2014), No dejes que termine el día (2015), Rostros (2016), Baile de los corazones (2017) y ahora, Una oda al tiempo.

A lo largo de su trayectoria ha recibido numerosos premios. En 2002 obtuvo el Premio Nacional de Danza así como la Medalla de oro en las Bellas Artes en 2014, ambos otorgados por el Ministerio de Cultura. Se le concedió el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en el 2007. En su dilatada carrera ha obtenido diez Giraldillos en la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla.

Su trayectoria está marcada por el afán de innovación y aprendizaje. En una escritura que trasciende la dramaturgia tradicional del flamenco, el ritmo que se busca en Una oda al tiempo es precisamente aquel que refleja su condición cambiante y polimorfa. Las secuencias coreográficas son rápidas, cortantes, y se hacen y se deshacen casi a la manera rítmica de un proyector de diapositivas. De hecho, se busca esa tensión constante entre el individuo y la comunidad, el círculo y la recta, el argumento y la abstracción, el silencio y la percusión. Todos unidos, una vez más, por una palabra: tiempo. Allí donde cabe el deseo, la plenitud, la pérdida, la vida y la muerte, es donde se baila esta Oda al tiempo. La coreografía estructura estados opuestos y que sin embargo son reconocibles, y marca en escena el eje central de toda la línea dramática; un péndulo que se va transformando en luna, sol, columpio… Elementos, todos ellos, para expresar la vida como paradigma en permanente transmutación.

También los palos flamencos que escuchamos intervienen en la dramaturgia. Si primero escuchamos la toná -recordemos el valor fundacional y mítico que tiene en la historia del flamenco- seguimos por la infalibilidad de la seguiriya, la gravedad de la soleá, el mecanismo perfecto de una bulería (siempre matemática y en este caso, inspirada en la Oda a los números de Pablo Neruda), el estado líquido de unas alegrías o la nostalgia de la vidalita y la milonga. Hay una interrupción dramática en la pieza instrumental Tengo miedo, para seguir por peteneras, el palo oscuro por excelencia y asociado a la muerte. Esta escena se llama, de hecho, Saturno devorando a sus hijos, aludiendo al paso inexorable del tiempo. Lo colectivo vuelve de la mano de Escuchando el Guernica, donde se establece un vínculo con la guerra y la incertidumbre que genera el despotismo del tiempo sobre el ser humano. Ahí el cuerpo está amenazado, limitado, masificado. En una estructura circular, la pieza cierra de nuevo por trilla y toná, con la simbólica Somos el árbol memoria como el reclamo de una naturaleza redentora. El flamenco y lo orgánico de la danza como un espacio de disolución para el tiempo racional.

NO FIGURA EL NOMBRE DE LOS BAILARINES EN LA INFORMACIÓN QUE SE NOS HA PROPORCIONADO NI EN LA WEB DEL TEATRO

Dirección, coreografía, diseño de vestuario: María Pagés

Dramaturgia y letras: El Arbi El Harti

Cuéntame el tiempo (Letra inspirada en Oda a los números de Pablo Neruda)

Músicas: Rubén Levaniegos, Antonio Vivaldi, Georg Friedrich Händel, Sergio Menem, David Moñiz, Isaac Muñoz, música popular.

Producción: María Pagés Compañía

Con la colaboración de: Festival Castell de Peralada, Fundación Baluarte, Les Nuits de Fourvière, Teatro Campoamor, Bienal de Arte Flamenco de Sevilla, Festival Internacional de Música y Danza de Granada, Teatro Tomás y Valiente de Fuenlabrada, Teatro Circo de Albacete y Teatros del Canal.


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