31.12.15

Hoy cerramos el año con la noticia reciente de los premiados con las Medallas de Oro al Mérito en las Bellas Artes, en 2015: Blanca del Rey, La Ribot y Cesc Casadesús, han sido los seleccionados. El Consejo de Ministros, a propuesta del ministro de Educación, Cultura y Deporte les ha asignado este premio por su aportación al campo de la creación artística, ya sea desde la enseñanza y el desarrollo de las diferentes disciplinas dancísticas, o bien desde la difusión y/o la conservación del patrimonio artístico nacional.

Sin embargo, hay otros muchos artistas, coreógrafos, directores de compañías e instituciones que también han jugado un papel muy importante en el ámbito de la danza, a lo largo de este año 2015. Y es que, a pesar de los obstáculos a los que se enfrenta este arte, como el IVA cultural, los coletazos de la crisis y otros más graves –en mi opinión- como el desconocimiento de la enorme oferta cultural que tenemos en nuestra capital o el desinterés, ha sido un año con mucha danza, nacional e internacional, para todos los públicos.

Como he dicho, nuestras salas y otros espacios han acogido una amplia variedad de danza de la mano de compañías invitadas y propias, de artistas consagrados pero también de muchas figuras/compañías emergentes. Todos ellos, haciendo grandes esfuerzos y enfrentándose y adaptándose a las dificultades políticas, sociales y económicas del contexto actual.

Sin embargo, permitidme que le dedique unas líneas a la danza que más me emociona, una disciplina de la que apenas podemos disfrutar en este país, la cual conozco y disfruto desde los 4 años: el ballet clásico. Este último año y, en especial el último trimestre, nos ha dejado momentos que nos devuelven la esperanza a los amantes de esta forma de expresión tan (des)conocida.

Uno de ellos fue el programa de la gala de clausura de Madrid en Danza. Aída Gómez nos hizo un regalo que aún recuerdo con emoción. Fue una gala muy especial, donde recuperamos la esperanza de volver a ver espectáculos de ballet, de calidad, en nuestro país. El segundo momento reseñable, el estreno de Don Quijote de la Compañía Nacional de Danza. 25 años desde la última vez que la compañía, por entonces Ballet Nacional de España Clásico, trajese danza clásica a los escenarios, regresa con este programa.

Respecto a este último, he tenido la oportunidad de verlo dos veces: el día del estreno y el día 20 de diciembre, sin embargo, hasta ahora no había podido escribir nada. En primer lugar, GRACIAS, José Carlos, por traernos un ballet clásico, por fin y, por supuesto, GRACIAS a los bailarines y al resto de equipo que han hecho posible esta producción. Parece que las condiciones económicas no han sido las mejores y, sin embargo, el resultado ha sido un ballet aceptable. Dos “peros” grandes: uno, la falta de pase gráfico ante una cita tan importante para la danza en España y dos, una pena que no se pudiera representar el ballet en el Teatro Real (por la magnitud del evento y por la amplitud del escenario).

Más allá de eso y, a pesar de la discreta escenografía –entiendo que debido a temas presupuestarios y al tamaño del escenario-, aplaudo la inteligencia con la que se ha puesto en escena el ballet y ese toque español que, como dijo el Director, respeta “nuestra cultura y nuestra tradición” . Eché en falta algunas escenas del ballet y, aunque es evidente el esfuerzo que han hecho los bailarines para llevar a buen puerto este clásico, el resultado ha dejado claro que la tradición de la compañía se aleja de lo que requiere un ballet de estas características aunque, también nos ha demostrado que se puede hacer.

Este “vacío” se observó, sobre todo, cuando disfrutamos de la técnica y la grandísima interpretación de Joaquín de Luz y Maria Kochetkova. Ambos supieron representar sobre el escenario la actitud que requerían sus personajes, dejando clara su complicidad y, por supuesto, demostrando el control y la calidad de su técnica clásica. Esteban Berlanga y Anthony Pina también destacaron en su interpretación. Por último, merece una mención especial el vestuario, estupendo.

Así pues, con estas últimas citas hemos recuperado la esperanza de darle al ballet clásico el espacio que merece en nuestro país.

Es más, me gustaría compartir con vosotros mis deseos (y breves reflexiones) para el 2016:
(1) mayor unión del sector de la danza, dejando de lado la competitividad. El mercado es muy amplio y hay cabida para todas y cada una de las propuestas. Dediquemos nuestras energías a colaborar para posicionar este sector en el lugar que merece y no para competir.
(2) Escuchar más al público, atender a sus gustos y necesidades y ver nuevas formas de acercarnos a ellos.
(3) Crear una compañía de danza clásica de referencia en España.

¡Feliz 2016!







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