09.12.15

Leonés de 52 años. Nieto, marido, padre, jugador de bolos, poeta, bailarín, Maestro de baile…

Nos encontramos en el metro de Lavapiés y bajamos hacia la Casa Encendida. Subimos a la terraza, hacemos algunas fotos y decidimos que la cafetería del Circo Price será un sitio adecuado para hablar.


Emilio Tenorio
Empecemos esta entrevista que para mí es como un estreno, así que espero que seas paciente conmigo.
¿Cómo llegaste al mundo de la danza?

Tino Morán
Yo lo que siempre había querido ser era actor… y poeta. La poesía siempre ha sido mi pasión.

De pequeño, en el colegio estudiando EGB, yo era el “bicho raro” de mi grupo de amigos. Me gustaba escuchar a Mozart, Vivaldi –me apasionaban los conciertos de Vivaldi, conciertos para mandolina fantásticos-, la música del barroco, la flauta barroca, Pergolesi , Corelli y todos aquellos grandes compositores… siempre me gustó la música clásica, y siempre me gustó el teatro. De hecho yo hice teatro durante mi juventud, tanto en el colegio como en el instituto.

Pero también hacía deporte, concretamente atletismo que es el deporte que más me ha gustado siempre.

Fue con 21 años, haciendo el servicio militar, ese año que te “regalaba” el estado para pensar, cuando me di cuenta de que todas esas pasiones, el escenario, la música clásica, el ejercicio… me estaban indicando que mi vida era la danza. Y así de esta manera tan abstracta di con ella.

ET
Ya eras mayor. 21 años es una edad muy avanzada para empezar en clásico.

TM
Recuerdo que me licencié un 28 de diciembre, no fue una inocentada, nos dieron la famosa “blanca” (hoja de licencia), volví a mi casa y pasé allí lo que restaba de las Navidades y lo dije: “Yo me quiero ir a Madrid a estudiar danza clásica. Creo que es mi vida, creo que es mi pasión. Y quiero empezar seriamente”
Y así, me vine a Madrid cuando acabé el servicio militar con 21 años, a estudiar ballet clásico.

ET
¿Tuviste el apoyo de tu familia?

TM
Yo nací en el 63, en tiempos de Franco, y era hijo de madre soltera. Mis abuelos se hicieron cargo de mí, tengo los mismos apellidos de mi madre. Ella se casó y su marido no quiso saber nada de mí, siempre digo que “mi madre no me invitó a su boda” y es verdad, pues yo tenía seis años cuando se casó, así que mis “padres” fueron mis abuelos.

Mi abuelo ya había muerto y mi abuela me dio todo el apoyo y la ayuda que su pensión de viudedad le permitía. Yo siempre lo he dicho, todo lo que soy es gracias a mi abuela. Siempre estaba allí donde la necesitase. Le doy gracias a la vida por habérmela regalado y recibir su apoyo.

Así que estamos hablando de un chico de 21 años, hijo de madre soltera que vivía con su abuela y dice que quiere ser bailarín en una ciudad como la mía, León, que ahora ya tiene universidad y de todo, pero entonces era una ciudad pequeña. Muy complicado.
Pero mi abuela me dijo: “pues tendré que ayudarte”

Como te digo tenía una pequeña pensión de viudedad, me mandaba lo que podía a Madrid para ir sobreviviendo. En honor a la verdad, te diré que mi tía Merce también fue de gran ayuda, ya que al estar soltera, vivía con su madre (mi abuela), y ella sustentaba la casa y mi abuela a mí.

ET
¿Con quién estudiaste?

TM
Previamente había ido a Oviedo y había empezado a tomar clases con Iván Bravo, un Maestro que ya murió. Solía traer a una gran amiga, Consuelo Cano, que venía a dar cursillos. La llamábamos “La Chelova” (grandísima Maestra y ser humano).

Ella me recomendó venir a Madrid, y me dijo: “vete con Luis Fuente que yo creo que para chicos es el mejor”

Y me vine a Madrid a estudiar con él. Pero llegó un momento en el que no tuve más remedio que decirle: “Luis, no puedo seguir pagándote. No puedo” Él me dijo “Vamos a ver. ¿Tú realmente quieres ser bailarín? Contesté: “Sí. Estoy aquí, estoy pasando penurias y tengo 21 años, así que fíjate si quiero”. “Bueno, pues vamos a hacer una cosa, tú vienes a tomar todas las clases que puedas conmigo, (tomaba tres clases diarias) pero vas a mantener limpios los estudios y no te cobraré nada”. “Pues no se hable más”, le dije. Recuerdo que me levantaba a las seis de la mañana (a veces no cenaba para no “robarle” horas al sueño), para estar en el estudio a las siete, y de siete a nueve limpiaba todos los estudios, los barría y fregaba, porque a las nueve teníamos la primera clase. En verano bien, en invierno era mortal porque no había calefacción. Pero bueno, yo iba calentando mientras barría y fregaba...

Luis terminó siendo una gran ayuda para mí. Empezamos a bailar en una pequeña compañía que montó. Cuando acabábamos el ensayo a medio día, él venía y me decía “en el bar de enfrente te he dejado pagado el menú”. ¡Cuánto tengo que agradecerle a Luis…!

Y por eso digo que todo este amor que yo le tengo a mi profesión, todo lo que he luchado por ella…se lo debo a Luis Fuente. Fue mi primer gran maestro en Madrid.

También tengo que mencionar a Carlos, (“Carlitos” para mí) un gran amigo que conocí en aquella época y que aún lo sigue siendo. Los dos tomábamos clase con Luis Fuente. Yo le comenté que lo estaba pasando mal, sin apenas sustento económico. Él es chino, y me dijo: “Mis padres tienen un restaurante. Vente a trabajar por las noches conmigo al restaurante a servir mesas” y así lo hice. Estuve casi tres años con él en el restaurante de camarero, sirviendo mesas, fregando y lo que fuera menester. De ahí sacaba las propinas, tenía para pagarme el abono transporte, podía ir y venir.

También tengo que decir, en honor a la verdad, y esto tengo que decirlo porque si no, no me lo perdonaría nunca, que yo conocí a mi mujer en el estudio de Luis Fuente. Ella tenía entonces 16 años. Llevamos juntos toda la vida. Mi mujer es mallorquina y estaba aquí en una residencia, cerca del estudio de Luis. Ella me sacaba del desayuno un bocadillo a escondidas porque en la residencia no le dejaban sacar comida. El bocadillo del desayuno me lo daba a mí para que yo pudiera cenar algo, porque a veces no había para cenar.

Mi abuela me mandaba, cuando cobraba la pensión, cinco mil pesetas y algo de comida. Yo estiraba la comida todo lo que podía y más, pero llegaba un momento, (los diez últimos días del mes) que aquello estaba temblando, y yo me mantenía por las noches con los bocadillos de mi mujer, a medio día con el menú que me dejaba pagado Luis Fuente y los fines de semana comía y cenaba en el restaurante chino o en la propia casa de mi querido amigo Carlos, Carlos Pu Chang, al que yo muchas veces llamo: “El maestro Chang”.

Y ahí se forjaron grandes amistades que aún hoy día continúan porque es cierto que en este proceloso camino me encontré con gente maravillosa.

También estuve viviendo un tiempo con un bailarín de Carmen Roche que se quedó sin compañero. Yo le dije: “Mira, a mí me gustaría venirme a vivir contigo, porque yo me quedo sin casa, pero yo puedo aportar algo de comida, mantener la casa… porque dinero no tengo” y me dijo “Pues tú aportas la comida y yo pago el alquiler”. Se llamaba Aquilino. Le vi bailando una vez en una pequeña compañía, pero le perdí la pista y no sé qué fue de él. Fue un gran compañero, una gran persona con la que tuve la suerte de encontrarme.

ET
¿Tuviste más maestros?

TM
Estudié también con Carmen Roche, una de las grandes y de mis grandes maestras, y la última temporada, antes de entrar en el Ballet Nacional Clásico, antes de hacer las audiciones, estudié con otra grande, Lola de Ávila, la hija de María de Ávila.

Lola me echó una mano, porque habló con Ray Barra, que era el director del Ballet Clásico en aquel momento, y le dijo: “Mira, tengo un par de chicos (uno de ellos era yo, el otro era mi querido y admirado José Antonio Beguiristain, Napo para los amigos) y quiero que les dejes tomar clases con la compañía antes de las audiciones para que les veas, y así fue. Tomamos clases antes de que viniera Maya Plisetskaya para la audición. Recuerdo que fueron a buscar a Maya al aeropuerto, porque era la presidenta del jurado, y ya se hacía cargo de la compañía. Hice la audición y “me cogieron”. Y así fue como entré en el Ballet Nacional Clásico.

ET
Y tu paso por el Ballet Nacional Clásico…

TM
Yo estuve en los tres primeros años con Maya Plisetskaya, maravillosamente bien, incluso con alguna probabilidad de poder subir a solista.

Maya para mí fue como Pigmalión. Era pura sabiduría. ¡Pura sabiduría…! (repite), ella y su hermano Azari Plisetski.

Azari Plisetski fue para mí descubrir al gran maestro. Yo recuerdo una frase de él que jamás se me olvidará y es lo que siempre procuro hacer cuando doy clase, cuando enseño. El me decía: “Tú tienes que naturalizar la danza. Hacerla natural. Y lo natural ya no se trabaja”. Y es cierto. Cuando tienes algo natural, tú ya no piensas en ello, ya no lo trabajas. Ya está. Y eso era lo que hacía él, naturalizaba el movimiento, te daba una sensación de libertad y fluidez al bailar tremenda.

Azari fue mi gran maestro. El último gran descubridor de la danza. El que me dio los últimos toques, los detalles… como Miguel Ángel al Moisés. Cuando llegó Nacho, Azari me dijo: “Contigo no llegamos tarde. A pesar de todo, no llegamos tarde”. Entré en el ballet a los 24 años y estuve hasta los 27 con los rusos. Fue mi etapa dorada en el Ballet Nacional Clásico.

Maya era la sabiduría escénica. Me enseñaba los papeles de carácter que pudiera representar, el comportamiento en escena de papeles como Mamá Simone en La Fille mal gardée, porque yo hacía el papel de la madre. Fue una época de gran aprendizaje.

Los rusos para mí fueron un gran descubrimiento. Por eso la enseñanza que yo intento impartir cuando doy clase es ese tipo de escuela, de sensaciones, de Azari y de Maya.

Es verdad que he tenido grandes maestros y muy buenos, Jorge Esquivel, Lázaro Carreño, Víctor Ullate, Aurora Bosch, Egon Madsen, y un largo etc que aquí no cabría… pero mi pilar básico, donde yo me sustento, es en Azari Plisetski. Una maravilla. Él te entregaba en la mano oro en polvo y te decía: “Si quieres tómalo”

Luego ya llegó Nacho Duato y el clásico quedó apartado…

ET
¿Y eso como se vive?

TM
Muy mal. Yo lo pasé muy mal.

ET
¿No te ofrecieron la oportunidad de pasarte al contemporáneo?

TM
Es curioso. Yo estuve en el primer elenco de “Arenal”, incluso el vestuario se hizo para mí.

Pero yo no era fijo y Nacho quería traer gente de fuera. ¿Qué mejor solución que no renovar los contratos que fueran venciendo? Y entre los no renovados estaba yo.

Luego vinieron las denuncias. Nuestra abogada dijo que nuestros contratos estaban en fraude de ley, ganamos el juicio, y de repente éramos fijos en plantilla. Pero claro, Nacho ya no iba a dar su brazo a torcer. Ya había cogido a “su” gente y yo no entraba en sus planes.
Y aparece Víctor Ullate. Llegó y nos dice: “Quiero montar un gran clásico, Giselle, y como sé que hay gente de la CND que Nacho no utiliza, quiero pedir una colaboración al Ministerio de Cultura.”
Y vino a ver a los que no bailábamos con Nacho.

ET
¿Estabais en la sede?

TM
Sí. Tomábamos clase aparte, porque lo que sí teníamos era derecho a tomar clase. Nacho hacía una clase con los que bailaban y había otra aparte con los que no.

Víctor vino a ver la clase y eligió a cinco chicas y a mí.
Recuerdo que me dijo: “No me puedo creer que tú no estés bailando”.

Y tuve la gran oportunidad, que tengo que agradecer a Nacho Duato (lo dice con ironía) , de bailar con Víctor Ullate durante un año, con figuras como Tamara Rojo, Igor Yebra, María Giménez, Jesús Pastor, Carlos López, Carlos Pinillos, Fernando Carrión, Joaquín de Luz… Ángel Corella ya se había ido y Joaquín de Luz aquel año ya acababa con Víctor y también se iba para América.

Claro yo ahora, pasado el tiempo me digo: “¡Caramba!, la suerte que tuve de poder estar bailando con todo ese plantel de grandes figuras. Y de hacer grandes amigos como Carlos Pinillos, Joaquín de Luz,… gente maravillosa con la que pude bailar… Tamara Rojo, María Giménez, Igor Yebra… Salíamos de gira, entablamos amistad…y con el tiempo puedo decir:”Yo estuve allí…” Y eso se lo debo a Nacho Duato (nuevamente irónico) .

ET
¿Y después de Víctor?

TM
Cuando acabamos con Víctor, estuve en el Ballet Clásico de Madrid, con Adolfo León.
Adolfo León llamó a Ricardo Franco de maestro. Y Ricardo tenía una pequeña compañía con la que trabajaba. Iba y venía y había ocasiones en las que no podía estar en el Ballet Clásico de Madrid y me llamó para que le sustituyera dando clases.

Adolfo León cuando me vio me dijo: “¿Pero cómo que tú no bailas? Tú tienes que estar bailando. Eres muy joven todavía. Tú estás aún muy bien”. Y le dije “Podemos hacer una cosa, bailo y doy clase.” Así que, cuando Ricardo no estaba, yo la daba y la tomaba.

Yo de aquella, ya daba clases, cursillos, y los últimos años los bailé con el Ballet Clásico de Madrid, cuyo director era, como ya te dije, Adolfo León.

Así tuve nuevamente la oportunidad de bailar Giselle, pero no haciendo el papel de Hilarión, como hacía en el Ballet de Víctor Ullate, sino el de Albrecht. También bailé el Espectro de la rosa y otros ballets… me pude hacer con un pequeño repertorio. Pero yo ya tenía dentro el gusanillo de la enseñanza. A mí ya me apasionaba mucho dar clases.



ET
Un inciso. He visto en ETER.COM que ahora tienes programado un cursillo en Elche.

TM
Sí. Es en el estudio de una gran amiga. De una compañera del Ballet Nacional Clásico. Sofía Sancho.
Sofía Sancho es el póster del Ballet Nacional Clásico de toda la vida. Tiene un estudio en Elche. Ya me ha llamado varias veces, está encantada con mi trabajo y ahora en Navidad, entre el turrón y los polvorones, como ya he dicho, haremos demi plies y tendus.

ET
Volvamos a la compañía de Adolfo León. ¿Fue el final de tu carrera en escena?

TM
No del todo. No soy un bailarín al que le haya costado dejar la escena. Yo he dejado la escena en el momento que creí que tenía que dejarla y sin ningún tipo de traumas.

Me despedí haciendo un solo que mi gran amigo Ricardo Franco tuvo la amabilidad de regalarme. Fue una coreografía con una de las canciones que sacó en uno de sus discos “El barrio”, en plan flamenquito, pero con estilo contemporáneo/neoclásico.

Y ahí me retiré yo. Me llamaron para una gala de ADAE y me propusieron que fuera artista invitado y me dije: “Ésta será mi despedida…,” y me retiré de la escena .

Volví a tomar clase en el conservatorio con Ricardo, porque ya lo había dejado, y cuando acababa la clase, nos íbamos a una sala a montar la coreografía. Actué en aquella gala. Vinieron a verme todos mis amigos y conocidos, algo que agradecí enormemente, y me retiré entre bravos y aplausos. Eran mis amigos. (sonríe feliz)

Y a partir de ahí ya surgió lo del BNE, aunque he de decir, que antes estuve en el Conservatorio Profesional de Danza “Comandante Fortea” llevando el Taller Coreográfico junto a dos compañeras; la propia Sofía Sancho, de la que ya hemos hablado, y Cristina Jeréz, bajo la Dirección de Alicia de la Corte, que fue quien me llamó y que más tarde nos llevó al Conservatorio “Carmen Amaya”.

ET
¿Quién dirigía cuando empezaste a dar clases en el BNE?

TM
En el BNE querían un maestro de danza clásica. Acababa de salir Aída Gómez y habían nombrado directora a Elvira de Andrés.

Creo que estaban montando Fuenteovejuna de Gades. Se lo pidieron a él, pero entonces ya estaba mal y dijo que no, si mal no recuerdo.

Elvira de Andrés dijo que quería un maestro/a de danza clásica. En el Ministerio hicieron una especie de oposición interna, presentamos currículo unos treinta bailarines, según tengo entendido, de los que estábamos en proceso de reciclaje y ya no bailábamos en activo. De esos treinta, eligieron cinco. Nos llamaron a los cinco y nos dijeron: “tenéis que venir a dar clase dos días, uno a los chicos y otro a las chicas. Así lo hicimos, y el elegido fui yo. Y desde entonces estoy en el BNE como maestro de baile.

He estado con Elvira de Andrés, con José Antonio y, ahora, con Antonio Najarro.

ET
¿Y cómo ves el tema de la danza en España?

TM
(Se pone serio. Lo piensa)
Es complicado.

Por una parte veo gente luchando por y para la danza. Gente que, sin conocer de nada, aunque hoy en día con las redes sociales, más o menos nos conocemos todos, admiro. ¡Lo que están luchando por esto! Iba a decir con tan pocos medios, por no decir con ninguno.

En parte siento pena porque este país desperdicia un talento ¡tan grande! Con esa sangre latina que nos corre por dentro a todos nosotros. Y yo me pregunto: ¿de verdad que tenemos que desperdiciar este talento? ¿De verdad que no hay modo, manera, ¡forma! de hacer algo por sacar a flote a toda esta gente que se está dejando el alma y la vida por bailar?
Yo los admiro por lo que luchan.

Y por otra parte, me da pena por la cantidad de “cadáveres” que dejamos en el camino. Gente que valía mucho y que han dicho: “Lo dejo, se acabó. Tengo que dejarlo porque no puedo continuar”.

No deberíamos perder el derecho a que todo ese talento nos represente.

Hay mucho y muy bueno. De hecho tú sabes como yo que infinidad de bailarines… coreógrafos… están fuera de nuestro país. Españoles que están dejando el pabellón nacional a una altura maravillosa. De hecho, la Gala de esta noche en los Teatros de Canal es de españoles, madrileños, que están fuera. (*)

No sé…Tampoco quiero juzgar. Yo soy un humilde obrero de esto.

ET
¿Y ves alguna solución?

TM
¿Solución a todo esto? Estamos hablando del mundo de la danza. Los artistas, los bailarines… tenemos mucho ego. Queremos salir a escena, queremos dejar nuestro nombre como coreógrafos, como maestros, como bailarines… y a veces ese ego nos puede, nos devora. Decía Shakespeare de la envidia “ese monstruo verde que nos domina”. Y muy a menudo no se respeta lo que hubo antes.

Eso también quiero decirlo. Nosotros estamos aquí porque hubo gente que sin medios tiró adelante.

Y podríamos dar nombres. Hace unos días Elena Figueroba, la gran Elena Figueroba, se retiraba, se jubilaba de la enseñanza. Le dieron un pequeño y sentido homenaje en el Conservatorio de Córdoba, donde trabajaba.

Y es terrible. Tú preguntas a los jóvenes estudiantes de danza por Elena Figueroba, Arantxa Argüelles, Trinidad Sevillano, Antonio Castilla… y no saben quienes son. ¡No saben quienes son! (repite enfatizando). Hubo gente que se traía medallas de oro de Lausanne y no les conocen. Y me da pena.

Me dejo muchos en el tintero, sabrán perdonarme, estoy seguro. Tuve la enorme suerte de tenerlo


s por compañeros de los que aprendí y la gente ya ni les recuerda.

Pero yo creo que es por eso, porque nos encerramos demasiado en nosotros mismos.
Jacinto Benavente dice en un poema que canta Alberto Cortés: “En el meeting de la humanidad millones de hombres gritan lo mismo. Yo, yo, yo, yo…”, y creo que en el mitin de la danza millones de bailarines gritamos lo mismo. Yo, yo, yo, yo… y nos olvidamos de lo que hubo atrás, y ni siquiera vemos lo que hay a los lados. Los compañeros. Y muchas veces no queremos mirar, nos cerramos en nosotros mismos: “El bueno soy yo, el grande soy yo, el que sabe soy yo…”

¡Cuánto tenemos que aprender y lo fácil que sería mirando hacia los lados! Grandes figuras, grandes compañeros, grandes personas del mundo de la danza, que pueden aportar tanto ¡y que no les dejamos!

Pero, por una parte, tengo “esperanza entre comillas”, porque también es verdad que el artista cuando se le mete el veneno dentro, se le mete muy adentro y sigue luchando, aunque creo que podríamos estar mejor. Mucho mejor.

ET
¿Tienes ideas concretas de lo que hace falta?

TM
A nivel político, Ministerio de Cultura, creo que no vale con tener sólo dos ballets nacionales, BNE y CND, y ya está. Pensar que con esto la cultura de la danza en nuestro país ya está cubierta… Creo que es muy poco. Demasiado poco.

Lo primero, porque no caben todos los que deberían estar en las dos compañías. Todo el talento que tenemos no cabe en dos compañías. Yo, que he tenido la oportunidad de viajar, te das cuenta que en la mayoría de países cada ciudad tiene su compañía. Es decir, puedes vivir dignamente de tu profesión. Aquí en España se complica. Los políticos no se preocupan lo que deberían preocuparse de la danza.

Todos conocemos el problema que tenemos en las compañías nacionales con el cobro de horas extras. Los bailarines necesitamos hacer esas horas extras para mantener nuestro instrumento, que es nuestro cuerpo, afinado. No podemos parar. Sobre todo porque nuestra profesión es muy corta y tienes que dar de si todo lo que puedas.

Al final lo que los bailarines pedimos es que se respete nuestra dignidad. Es lo mismo que cuando a los fotógrafos como tú, os dicen: “Dame fotos”. ¡Cómo que dame! Si es mi trabajo. Soy bailarín. Vivo, me alimento, de ello. Hay que pagar el trabajo de los artistas, porque no solo se paga el trabajo, se paga el talento que se pone al servicio de un país.

ET
Tal vez el problema está en que la gente que está en el Ministerio no conoce el día a día del trabajo de los bailarines.

TM
Totalmente de acuerdo. Son políticos que están para que se cumplan las normas. Y en estos tiempos de crisis, yo creo que se han aprovechado de eso. La palabra crisis la han cogido como comodín y han dicho: “no hay dinero para nadie”. Y tampoco es cierto. Hay dinero, muchas veces mal empleado, y no quieren emplearlo, entre otras muchas cosas, en la dignificación del bailarín. Debería haber mucha más implicación y conocimiento por parte de los políticos.

Hay un gran desconocimiento, en general, sobre el mundo de la danza. Yo todavía oigo: “¡Ah! tú te dedicas a eso de pegar saltitos y andar de puntillas”. Te hace gracia, les perdonas, porque comprendes que la culpa no es de ellos.

ET
Y las cosas han mejorado mucho. Cuando yo llegué al mundo de la danza, la idea general era “bailarín maricón, bailarina puta” ahora eso ya casi se ha superado.

TM
“Casi” se ha superado.

ET
Pero ahora ya no es ni de lejos lo que era.

TM
Sí. Por eso te contaba al principio de nuestra conversación que en aquella época, ser hijo de madre soltera, vivir con tu abuela, y decir “quiero bailar”...Era complicadísimo.
Y, sin embargo, mi abuela no dijo: “Dios mío ¡qué dirán!” al contrario, fue un apoyo extraordinario. ¡Qué gran orgullo llevar sus apellidos…!

ET
¿Qué te parece el “Código de buenas prácticas” del Ministerio?

TM
Pues es como todo. Las direcciones de las compañías nacionales dependen de un consejo de sabios. Y claro, estos sabios tendrán su opinión, supongo que también tendrán las manos atadas porque tienen que elegir entre lo que se les propone, no más.
Dependiendo de los baremos a los que les someten deciden para aquí esto y para aquí lo otro.

¿Es mejor sistema que antes? Pues a lo mejor sí. Porque antes era a dedo. Si tenías la suerte de ser el elegido, dirigías.
Aunque eso no es garantía de que seas ni bueno ni malo, sino que has tenido la suerte de estar en el sitio adecuado en el momento oportuno.
Y eso, en este mundo, es importante.
Luego, una vez que te eligen, debes demostrar lo que vales.

ET
¿No te tienta coreografiar?

TM
¡Admiro, admiro, admiro! con profusión a los grandes coreógrafos, porque yo soy incapaz de hilar dos pasos para hacer una coreografía. Muchas veces me han preguntado: “¿Oye, tú coreografías?” y les digo que no. Yo soy Maestro. Con eso ya tengo bastante.

Y admiro a los que coreografían. A veces vemos en las redes sociales pequeños vídeos y digo: “Dios mío, a mí me habría gustado bailar esto. A mí me habría gustado bailar así ¿dónde estaban estos coreógrafos cuando tanto los necesité?”…

ET
Tú sabes que yo me he quejado mucho de que el BNE se haya convertido en una compañía prácticamente privada que pone en escena, sobre todo, coreografías de su director y que no se está dando suficiente visibilidad a nuestro patrimonio dancístico. Algo que debería ser prioritario para el BNE. Se está perdiendo la Escuela Bolera y la Danza estilizada.

TM
Por una parte yo creo que Antonio Najarro lo intenta mantener. Se ha repuesto Medea y estamos montando El sombrero de tres picos, coreografía de Antonio “El bailarín”.

La Escuela Bolera es un mundo aparte. Yo siempre he abogado porque hubiera dos compañías. Una dedicada al flamenco, porque es una especialidad única y además Patrimonio de la Humanidad, y otra dedicada realmente a la Escuela Bolera, Danza estilizada, Clásico español y al Folklore, que lo tenemos muy bueno y muy rico en España.

Yo puedo entender que un “bailaor” de flamenco no tenga que hacer una clase de ballet (aunque debería), sin embargo, en la escuela bolera, con la técnica clásica que se requiere, tendríamos que meter “más caña” a los bailarines. Es muy difícil, muy difícil coger un palillo, la zapatilla y ponerte a bailar bolera…

De hecho yo soy de los que creen que se llegará casi a perder y la mantendrán los conservatorios. Y eso porque es de obligado cumplimiento tener la Escuela Bolera y porque es patrimonio nuestro y una verdadera joya.

Llevar la Escuela Bolera al extranjero, lo hemos hecho. Me gustaría que vieras la estupefacción de la gente. Se quedan como diciendo: ¿y esto qué es? El aplauso es como muy frío, como muy de compromiso. Incluso he visto al propio Antonio Najarro, después de una función, en el escenario, a telón bajado, una entrevista con todo el público, no me acuerdo dónde estábamos si en Singapur o en Tailandia… era en Asía, explicando lo que era la Escuela Bolera en nuestro país.

Sin embargo, sacas una coreografía donde zapateas, una bata de cola y la gente se vuelve loca.

Y tú ves a los chicos batiendo, tocando los palillos y venga a saltar y girando y dándolo todo… La gente fuera de aquí lo ve como una copia del ballet clásico y encima tocas un instrumento, los palillos. La gente dice: no, ballet clásico ya tenemos, nosotros lo que queremos es flamenco.

Por eso te digo que la Escuela Bolera creo que desgraciadamente, tiene un futuro incierto, al menos fuera de España. Espero equivocarme. Ahora, de los bailarines que conozco, debe haber cuatro que la puedan bailar bien, quiero decir, una escuela bolera en condiciones, digna, con técnica, maravillosa…de esas que te arrancan un ¡olé! Pero esta es solo mi opinión.

ET
Y la Danza estilizada. ¿Tiene más éxito fuera?

TM
Un poco más. ¡Ojo! Que yo no soy ningún experto ni quiero que lo parezca. Pero yo creo que la danza estilizada la estamos utilizando como se utiliza el neoclásico, que es utilizar la base clásica, incluso puedo sacar a la chica bailando en puntas, pero no es el ballet clásico de repertorio de siempre. Se utiliza la base clásica para algo nuevo.

Y en la danza estilizada hay un nuevo lenguaje que la utiliza como base, pero buscando otra forma de moverse.

Antonio Najarro es uno de esos coreógrafos que utiliza su propio lenguaje para crear algo nuevo y muy personal. Es como él lo entiende, y apuesta por ello. El público y la crítica dirán si se ha equivocado o no.

Como te digo, no juzgo, faltaría más.

ET
Una última pregunta sobre el BNE. ¿Qué pasó con Medea? Se representó pocas veces y desapareció. Recuerdo que estaba programada en Murcia y se cambió el programa. Nunca más se programó.

TM
La última vez que la hicimos fue en Mérida, y después, es verdad que estaba programada para Murcia… pero si te soy sincero, la respuesta a esa pregunta la tiene Julio Príncipe. Yo tengo entendido (si no es así, que me corrijan), que cuando murió el Maestro Granero dejó escrito que no se volvieran a representar sus ballets… Medea, Bolero, María Estuardo, etc… a no ser bajo la supervisión y el permiso de Julio Príncipe. Entonces, si se quitó de Murcia, Julio Príncipe debe tener las razones. No te puedo decir más.

ET
El año que viene termina el periodo de cinco años que los directores de las compañías tenían según el código de buenas prácticas. ¿Hay rumores sobre qué pasará?

TM
Hay “rumores de pasillo”. Las sedes de nuestras compañías son un larguísimo pasillo.

Rumores de todo tipo, pero yo no le hago caso a ninguno. He oído de todo. He oído decir: “han prorrogado un año, porque eran cuatro y ya llevan cinco”, pero según tengo entendido el mandato era por cinco años, prorrogable por otros tres. Yo no sé si seguirán o no. Por eso digo que en el caso artístico, la crítica y el público juzgarán y en el caso administrativo será el Ministerio de Cultura. Y dirá, pulgar arriba o pulgar abajo. Pero ahora no te puedo decir. Tampoco entro en esos temas.

ET
¿Y qué planes tienes para el futuro?

TM
(Nuevamente se le ilumina la cara y sonríe)
Estoy en un periodo de mi vida que considero muy bueno, fantástico.

Me han llamado de uno de los mundos que necesita de nuestra sabiduría dancística como es la gimnasia rítmica.

Tú sabes que en la gimnasia rítmica toda la técnica que tiene de giros, saltos… los equilibrios… es técnica de ballet y todas las gimnastas de los equipos nacionales tienen su clase de ballet.

Hace poco me llamaron para un proyecto que tenía la Federación Balear de Gimnasia Rítmica, hicieron una pequeña selección y me pidieron a mí que llevase el seguimiento en el terreno del ballet para las niñas, las gimnastas, colocarlas, darles la técnica suficiente para poder girar, saltar…

Desde entonces yo, cada equis tiempo, voy un fin de semana para hacer un seguimiento y trabajamos intensivamente sábado y domingo. El resto de los días continúa con las clases Mar López, a quien conoces de Imposible Danza. Ella fue compañera mía en el Ballet Nacional Clásico.

A raíz de aquello, un día recibo una llamada de una entrenadora de la Federación Española, diciéndome que Pancri Sirvent Mut, que es la representante de la Unión Europea de Gimnasia (UEG) en España, quiere que dé un cursillo de tecnificación, en Marbella, para ex gimnastas internacionales y entrenadoras de toda la Unión Europea, y me pregunta que si sé inglés. Yo he tomado muchas clases de ballet en inglés, pero mi inglés es “de supervivencia”, para no pasar hambre y para poder moverme en una ciudad extranjera. “Es que, claro, tienes que dar las clases en inglés”. Le dije que mi nivel de inglés no llegaba a tanto y que no iba a poder aceptar ese cursillo.

Pero la Federación, el secretario de la Federación Española, me volvió a llamar y me dijo “Se te pondrá una intérprete. Es que han dicho que vayas tú, que tienes que ir tú” Claro, me lo pusieron así, y no me pude negar. (se le ve feliz)

Y hace un par de semanas, mientras el BNE estaba en Japón, yo me cogí unos “moscosos” que no había utilizado, y me fui esa semana a Marbella. ¡Y fue una experiencia maravillosa! Porque es “mi mundo”, la danza, el ballet clásico al servicio de otro mundo, que te necesita, te admira, te respeta como Maestro… y es diferente, es otra historia. No tiene nada que ver con el ballet; tienes que emplearlo pero con gimnastas. Estás en tu medio, pero en otro mundo. El mundo de la gimnasia, y además a nivel internacional.

Y tengo muchos proyectos con respecto a la gimnasia en un futuro.

ET
Estoy disfrutando con la ilusión que desprendes hablando de esta nueva faceta de tu vida.

TM
Es muy satisfactorio. Van a contar conmigo en los cursos de alta tecnificación fuera de España. Ya veré como puedo compaginarlo. Y te digo, ¡me he apuntado a clases de inglés! Y estoy encantado. Tengo una profesora nativa Mary con la que está prohibido hablar en español.

El futuro lo tengo muy enfocado a la gimnasia rítmica.

ET
¡Pero sin dejar la danza!

TM
Por supuesto. Yo tengo muy claro que soy quien soy gracias a la danza.


Seguimos hablando según subimos al metro de Lavapiés. Se le ve muy ilusionado, es feliz y contagia su felicidad.
Ya le admiraba como un gran Maestro, y ahora también como una gran persona.


(*) Gala de ballet del Festival Madrid en Danza 2015, organizada por Aída Gómez.




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