27.02.15

El Fringe (Muestra de teatro contemporáneo auspiciado por el Teatro Español y que tiene lugar en las Naves del Matadero desde hace 2 veranos) lanza su convocatoria para esta edición: las condiciones de participación están en http://www.frinjemadrid.com/.

Juan Carlos Pérez de la Fuente, hombre de teatro de larga trayectoria, había manifestado su intención de darle la vuelta a esta muestra que llena la programación de las Naves del Matadero durante el verano y que sirve de plataforma de lanzamiento a muchos de los montajes que luego tratarán de llenar las programaciones de las salas, principalmente del Off madrileño.

2 son los cambios significativos que anuncia el festival. Uno aparentemente cosmético: El Festival cambia su nombre a Frinje. Detrás de este cambio se adivina una evolución del festival en una dirección que está por descubrir.

El segundo es económico: el Festival dobla el mínimo garantizado que ofrece a las compañías por los 2 días de exhibición: de 600 pasa a 1200€, y, a partir de 6 actores, 1500 €. Se agradece el esfuerzo, pero, como digo, el cambio es meramente económico, sin una propuesta de gestión cultural detrás. Y es una lástima. Ya el año pasado vivimos en las pantallas de Tea-tron un encendido debate. Aquí está el enlace para los curiosos: http://www.tea-tron.com/perropaco/blog/2014/08/03/perro-paco-pregunta-fringe-responde/.

Allí pedía al Festival que pagara unas condiciones dignas a las compañías, porque un teatro público está obligado a ser referencia de buenas prácticas y refugio de las compañías en condiciones de precariedad. El Teatro Español debería asegurar unas condiciones mínimas a todos, y no todos necesitan lo mismo. 1200€ pueden ser una cantidad más que razonable para un monólogo, pero a un montaje con 4 actores y un técnico le deja para muy poco. ¿Tan difícil es dar a cada uno las condiciones justas que necesita su trabajo para ejercerlo en unas condiciones dignas? Además los montajes deben ser estrenos, por lo menos en Madrid, y eso hace que muchos de los proyectos sean de nueva creación, con lo que sus componentes invierten su trabajo o se autoexplotan para llegar a la Tierra Prometida que es el escaparate del Matadero.



Las naves del Matadero se convierten así, quiero entender que a su pesar, en cómplices de la precariedad que abunda en nuestros escenarios y colaboradores en la sobreproducción que llena nuestros espacios de teatro, en esa carrera a ninguna parte que está descapitalizando este hermoso arte.

Insisto: que los teatros oficiales copien del Off su creatividad, su arrojo y su ingenio, pero no las condiciones en las que el mercado les obliga a trabajar.

Insisto una vez más: no tengo nada contra el concepto Frinje, ni contra el Español, ni contra sus trabajadores. Muy al contrario, los considero grandes profesionales de trato exquisito y grandes miras. Por eso me pesa más que este cambio sea sólo económico, y por eso, insisto por última vez, no pondré un pie en el Frinje como no lo puse en el Fringe. Porque en algún momento hay que decir basta y porque el cambio que el teatro necesita no vendrá sólo de invertir más dinero, sino de cambiar su gestión para crear modelos que permitan la sostenibilidad y la excelencia artística. Y si no, al tiempo.


Artículo cedido por Javier Ortíz. Publicado originalmente en su Blog 'Apuntes de un mosquetero'





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