04.10.14
Pocos, muy pocos espectadores.
El mes pasado coincidieron en teatros de Madrid varios ciclos de danza con una tónica general preocupante. La ausencia de público.
Me dicen que la Cuarta Pared apenas ha llenado dos filas en la mayoría de los días de Territorio Danza pese a la calidad de los espectáculos, y en Lagrada un recomendable espectáculo de “La casa amarilla” estrenaba con cinco espectadores de los que dos eran prensa y dos invitados.
Lo mismo ha pasado con el ciclo anDanzas del teatro Galileo donde sólo he visto Sinestesia, un espectáculo excepcional que el día del estreno tenía algo menos de media entrada. Pocos muy pocos espectadores en los programas presentados. Digo presentados porque a cierto “premio nacional de danza” una “oportuna lesión” le salvó de estrenar con menos de veinte espectadores en sala.
¿Qué es lo que está pasando?
En los últimos años las salas cubrían sus butacas, no llenaban pero tenían aforos medianamente aceptables, con un público compuesto por amigos y compañeros de profesión de los bailarines que estaban en escena. Una danza en penumbra, danza de croqueta sin mayor interés -me revuelco para allá y ahora para acá, doy dos patadas a una pared y saludo- ha echado al "público de calle" que huye despavorido cuando ve la palabra “danza” en un teatro.
Y no habiendo "público de calle", el problema es que el público habitual, los amigos y compañeros de los bailarines, ahora, por culpa de la crisis y la errática gestión de nuestro gobierno, están en Alemania sirviendo copas y salchichas.
¿Por qué ha pasado esto?
Más de diez incomprensibles años de una insolvente asesoría de danza en la Comunidad de Madrid a cargo de una -puesta a dedo- Ana Cabo con un discutible gusto dancístico, unido a un descarado favoritismo a la hora de distribuir los cada vez más escasos recursos, que se han venido repartiendo entre los componentes de su círculo de poder, ha propiciado esta absoluta falta de interés por la danza entre los ciudadanos madrileños.
Y la culpa no es toda de Ana Cabo, ni tampoco es toda de su valedor Amado Giménez Precioso, prescindible Director General de Artes Escénicas, Música y Audiovisual de la Comunidad de Madrid. La culpa es de Ignacio González, Presidente del Gobierno fascista de la Comunidad de Madrid, “el del ático”, que lo permite quien sabe si por comodidad, ignorancia u otro motivo.
¿Tiene esto solución?
Podemos tener una esperanza en el futuro. Hay creadores, pocos, en Madrid que se han distanciado del croquetismo. Son reductos que luchan sin apenas apoyos. Si logran sobrevivir a la triste situación que soporta nuestra comunidad serán el semillero que permitirá esos “brotes verdes” que revivan la danza. Pero esto es ya casi ciencia ficción.
Solo un democrático vuelco electoral y una decidida actuación ética por parte de los sucesores del actual gobierno fascista permitirían una recuperación que, dada la actual situación se me antoja difícil y muy distante en el tiempo.
¿Y los llenos?
Maestros y horteras se reparten los escasos carteles de “No hay entradas” en Madrid.
Los Maestros, como Víctor Ullate, porque su indiscutible calidad hace que el público vaya confiado al teatro sabiendo que no va a salir defraudado.
Y los horteras porque en un país que encumbra a Kiko Rivera en el ranking musical o a Belén Esteban en el de la venta de libros, y en donde se ha venido idiotizando televisivamente a los ciudadanos durante años, la estética “Viva Las Vegas” les funciona. Pero esto último no es danza, o al menos no danza española.
Próximamente…
No sólo la Consejería de Cultura está matando la danza en nuestra comunidad. Si mis datos, en parte confirmados, son ciertos, la Consejería de Educación se lo está poniendo muy difícil a algunos docentes de nuestra comunidad.
Pero esto es otra historia y merecerá otro artículo.
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